En Ruanda, África, para unas 20 mil mujeres ser madres es una permanente tortura. Mirar a sus hijos todos los días, darles de comer es un recordatorio de los que pasó en 1994 cuando los hutus asesinaron a 800 mil tutsis.
Las mujeres fueron un blanco específico en este huracán sangriento, su destino fue es de ser usadas como esclavas sexuales, y como si nos bastara sufrir violaciones que duraron hasta 40 días, en muchos casos fueron contagiadas de SIDA y embarazadas, según señala el diario El País en un extenso reportaje.
La violación de mujeres en tiempos de conflictos, nunca ha sido algo nuevo, más bien la constante durante la turbulenta historia de la humanidad, sin embargo, este tipo de actos se está convirtiendo en una forma más de luchar y se utiliza como forma de intimidar al oponente o como instrumento de purificación étnica.
El ensañamiento, la brutalidad de estos acto solo nos recuerda que los seres humano somos en esencia seres malignos con sed de muerte esperando por brotar. Solo hay que recordar que hace 50 años en Europa, Alemania una de las sociedades más cultas se enorgullecía de asesinatos, guerras y demás fechorías.
*Foto: El País