Se supone que la era de los golpes de estado en América Latina era algo del pasado. La realidad dice otra cosa y el derrocamiento de Manuel Zelaya en Honduras a manos del ejército que muestra que sí es posible derrocar presidentes democráticamente elegidos, sin que la presión internacional importe demasiado.
El consenso general consideraba que la interrupción de la democracia en América Latina era historia, y que el rechazo internacional era suficiente para que cualquier cúpula militar se lo piense dos veces.
La democracia tiene sus límites parece ser el mensaje, al parecer la intención de Zelaya de hacer una consulta popular este domingo para que eventualmente haya una nueva constitución. La intención, al parecer, era seguir el modelo chavista para lograr la reelección indefinida.
Esto generó un rechazo del Congreso, el Poder Judicial y el Ejército que no vio con buenos ojos su acercamiento con Chávez y mucho menos la destitución del jefe del Ejército quien se negó a respaldar la consulta popular.
La comunidad internacional, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea, han rechazado el golpe, y mostrará que tanto funcionan las declaraciones, compromisos y normas internacionales para defender la democracia.
Las claves de la crisis. BBCMundo