Qué hubiera pasado si las masacres en Sarajevo en Bosnia Herzegovina no hubieran sido televisadas, seguramente nada, ni que hablar de Ruanda en donde la comunidad internacional sufrió de un repentino ataque de pacifismo. Ambos casos fueron situaciones en donde los intereses nacionales fueron determinantes en el momento de decidir acciones armadas.
Para algunos como Alejandro Pozo en su artículo de Canal Solidario, eso las intervenciones militares de tipo humanitaria son básicamente inmorales, pues están cargadas de intereses ocultos y egoismos. Esto es cierto, pero también se debe tener en cuenta el cristal con el que se mira.
Hace unas semanas el gobierno italiano estuvo a punto de caer debido a la discusión en torno a la salida de su ejército de Afganistán. Sinceramente, que es más inmoral dejar a su suert, una vez más, a un país que apenas se sostiene gracias a la intervención militar, si bien poco exitosa pero que en esencia está buscando cambiar una sociedad llevada a la miseria por la guerra y el extremismo religioso.
Es verdad también que el uso de la fuerza no siempre es aplicable en todos los casos, y la primera opción debe ser siempre la diplomacia, sin embargo sen una paloma de la paz puede ser también moralmente cuestionable cuando se trata de casos extremos en donde los medios pacíficos no funcionan.
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